Email del 19 de enero 2012

Anselm Kiefer, «Resurrexit»  (1973)

Querida:

La mayor parte de mis conocidos interpretan una serie de roles ficticios que trabajosamente reinventan sobre la marcha; algunas veces retocan el papel a su antojo, pero generalmente se dejan llevar y lo representan drogados de delirio mientras languidecen por un monólogo a medida de sus circunstancias que nadie se atreverá a escribir. Mientras se juegan el futuro a varias cartas cubiertas, algunas de ellas torpemente marcadas y por lo tanto visibles por cada uno de los jugadores que intervienen en la timba, yo me congratulo sintiéndome excluido por voluntad propia. ¡Exclusión!, que palabra tan preciosa, quizá junto a Eternidad y Traición deberían formar parte de una especie de tríptico, una triada o una trilogía de la supervivencia.

Hubo un tiempo en que a aquellos que yo creía que eran mis amigos no les importaba romper los espejos y grabar su nombre en un tronco con una astilla, pero ahora caminan con uno de diseño dentro del bolso al que rinden pleitesía y adoran como  deidad paraxial, dieléctrica. Incluso en este otro juego brutalmente vulgar y pijo, vuelvo a sentirme expulsado por la firme determinación de mi subconsciente. Ya no me interesa pertenecer a ninguna tribu, pertenezco a ningún lugar y es allí donde puedo crecer como semi-humano y permanecer libre de falacias y traiciones. ¡Traición! que palabra tan preciosa, quizá junto a Eternidad y Exclusión deberían formar parte de una especie de tríptico, una triada o una trilogía de la supervivencia.

Ya no me interesa averiguar lo que otros, menos dotados, intentan deducir por medio de continuas caídas, no importa la forma, ni siquiera el contenido; lo único realmente transcendental es el final, ese suceso que acorta las banalidades del argumento, jamás el principio. La duración de nuestras vidas es efímera y no está diseñada para conocer el guion final completo. La eternidad es un exceso constante que nos afecta…¿afortunadamente? ¡Eternidad! que palabra tan preciosa, quizá junto a Traición y Exclusión deberían formar parte de una especie de tríptico, una triada o una trilogía de la supervivencia.

Supongo que no habrás comprendido mis párrafos, es posible que alguna línea se te atragante y te haga perder la noción general. ¡No importa! Llega un momento en la vida en que nada resulta importante…..

Abrazos