![]() |
Francis Bacon. Figure writing reflected in a mirror (1976) |
Ridimbustio ya no vive aquí. (Texto infinito).
Estaba tan ebrio que me costó bastante entender lo que decía. Y eso que provengo de una familia de borrachos y drogadictos. Cuando le pregunté si quería que le llevase a su casa me respondió con un eructo. Luego, mientras trataba de parecer un tipo responsable al que la vida le ha tratado jodidamente mal me contestó con un movimiento de manos que significaba que tenía que acercar mi oreja a su boca.
—¿Sabes? Tengo un amigo. Se llama Ridimbustio. Bueno, en realidad no existe, pues solo es mi reflejo sobre los vidrios de las ventanas o en los espejos. ¡Ridimbustio! ¡Ridimbustio! A veces, cuando cierro los ojos, Ridimbustio se convierte en partículas que miden exactamente los micrómetros que quiero en cada ocasión.
—¿Ridimbustio? Menudo nombrecito más raro has elegido para bautizar a tu otro yo —le contesté al mismo tiempo que alejaba mi cara de aquel compendio de olores insoportables.
—Gregorio, porque eres Gregorio, ¿no? ¿Sabes lo que es la polaridad emocional? ¿Has querido y odiado a alguien alguna vez? ¿Podrías llegar a asesinar a la persona que más quieres, que más ha significado en tu vida? Yo lo he hecho. En sueños, claro, pues esa persona, la que más significó en mi vida murió hace varias décadas. Sin embargo, necesito matarla por lo menos una vez cada día. Por eso bebo. Cuando estoy borracho, transmuto los instintos homicidas en impulsos automáticos repletos de amor, fidelidad y nobleza.
—No, no sé qué contestarte. Quizá debería enborracharme yo también…
—¡Hablas como Ridimbustio!
—Bueno… yo…
—¡Piensas como Ridimbustio!
—Necesito ordenar mis ideas…
—¡Y sin embargo no eres Ridimbustio!
—¡No! Ridimbustio eres tú!
—¡Solo cuando me reflejo!
—Ya no estás borracho…
—Le he pasado la cogorza a Ridimbustio.
—¿Ridimbustio?
—¡Ridimbustio! ¡Ridimbustio!
—¿Ridimbustio?
—¡Ridimbustio! ¡Ridimbustio!
—¿Ridimbustio?
—¡Ridimbustio! ¡Ridimbustio!
—¿Ridimbustio?
—¡Ridimbustio! ¡Ridimbustio!
—¿Ridimbustio?
—¡Ridimbustio! ¡Ridimbustio!
—¿Ridimbustio?
—¡Ridimbustio! ¡Ridimbustio!
—¿Ridimbustio?
—¡Ridimbustio! ¡Ridimbustio!
—¿Ridimbustio?
—¡Ridimbustio! ¡Ridimbustio!
—¿Ridimbustio?
—¡Ridimbustio! ¡Ridimbustio!
—¿Ridimbustio?
—¡Ridimbustio! ¡Ridimbustio!
—¿Sabes? Tengo un amigo. Se llama Ridimbustio. Bueno, en realidad no existe, pues solo es mi reflejo sobre los vidrios de las ventanas o en los espejos. ¡Ridimbustio! ¡Ridimbustio! A veces, cuando cierro los ojos, Ridimbustio se convierte en partículas que miden exactamente los micrómetros que quiero en cada ocasión.
—¿Ridimbustio? Menudo nombrecito más raro has elegido para bautizar a tu otro yo —le contesté al mismo tiempo que alejaba mi cara de aquel compendio de olores insoportables.
—Gregorio, porque eres Gregorio, ¿no? ¿Sabes lo que es la polaridad emocional? ¿Has querido y odiado a alguien alguna vez? ¿Podrías llegar a asesinar a la persona que más quieres, que más ha significado en tu vida? Yo lo he hecho. En sueños, claro, pues esa persona, la que más significó en mi vida murió hace varias décadas. Sin embargo, necesito matarla por lo menos una vez cada día. Por eso bebo. Cuando estoy borracho, transmuto los instintos homicidas en impulsos automáticos repletos de amor, fidelidad y nobleza.
—No, no sé qué contestarte. Quizá debería enborracharme yo también…
—¡Hablas como Ridimbustio!
—Bueno… yo…
—¡Piensas como Ridimbustio!
—Necesito ordenar mis ideas…
—¡Y sin embargo no eres Ridimbustio!
—¡No! Ridimbustio eres tú!
—¡Solo cuando me reflejo!
—Ya no estás borracho…
—Le he pasado la cogorza a Ridimbustio.
—¿Ridimbustio?
—¡Ridimbustio! ¡Ridimbustio!
—¿Ridimbustio?
—¡Ridimbustio! ¡Ridimbustio!
—¿Ridimbustio?
—¡Ridimbustio! ¡Ridimbustio!
—¿Ridimbustio?
—¡Ridimbustio! ¡Ridimbustio!
—¿Ridimbustio?
—¡Ridimbustio! ¡Ridimbustio!
—¿Ridimbustio?
—¡Ridimbustio! ¡Ridimbustio!
—¿Ridimbustio?
—¡Ridimbustio! ¡Ridimbustio!
—¿Ridimbustio?
—¡Ridimbustio! ¡Ridimbustio!
—¿Ridimbustio?
—¡Ridimbustio! ¡Ridimbustio!
—¿Ridimbustio?
—¡Ridimbustio! ¡Ridimbustio!