Email del 22 de agosto 2021

 

Moise Kisling. Large red nude (1949)

Era como el tenesmo rectal: molesta, desagradable e irritante. Sin embargo la aguantaba porque tenía más dinero del que se puede gastar en varias vidas y además estaba superferolíticamente relacionada. Se llamaba Graciela, aunque para mí siempre fue Graci la Obturadora. Es curioso, cada vez que intento recordar alguna secuencia de la película de suspense que vivimos juntos acabo perdiendo el conocimiento. Afortunadamente, he aprendido a alejarla de mi cabeza, claro que he necesitado la ayudita de esa magnitud física llamada tiempo que traduce la absoluta (in)finitud a niveles humanos.

Hoy he vuelto a pensar en ella, aunque sentado en uno de los sofás individuales, por lo que me he ahorrado un buen porrazo. He rebobinado hacia delante o hacia detrás y cuando me he cansado del slapstick a cámara rápida he pausado algunas imágenes. En un momento dado he sido incapaz de poner fecha a los primeros planos de mi rostro acongojado y al final he resuelto que lo mejor era levantarme del sillón de una plaza y sentarme en la silla ergonómica que me permite ver porno en el ordenador. Me la he meneado mientras visionaba cómo varias mujeres se la meneaban a un tipo con suerte. Luego me la he meneado mientras el mismo tipo con suerte le introducía los dedos índice y medio en la vagina a una de las meneadoras anteriores. Para finalizar me la he vuelto a menear mientras la meneadora en jefe explicaba a la cámara los secretos del beso negro. Cuando he dado por concluida la sesión onánica, he corrido hasta la nevera, me he ventilado dos vasos de gazpacho de marca blanca y me he acostado a hacer la siesta.