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| Ford Madox Brown. Jesus washing Peter’s feet (1852) | 
(Ramón Escrivá Anglada. Bromhidrosis en Nazaret (1975)
Ramón Escrivá Anglada comenzó a escribir el día 17 de marzo de 1979 y terminó de hacerlo el 18 del mismo mes y año. Durante esas 24 horas y 19 minutos escribió 67 libros de filosofía y 21 ensayos experimentales sobre diversas materias, siendo los más conocidos «El adlátere ajumado» -tratado sobre la embriaguez y las 34 maneras esenciales de sobrellevarla sin sentir lástima de uno mismo mientras lloriquea- y «Bromhidrosis en Nazaret» ensayo sobre Jesús de Nazaret, en el que se demuestra que si el hijo de José realmente existió, debió sufrir verdaderos problemas con el olor de pies, ya que en esa época todavía no habían inventado el «Peusek».
Opino que he sido demasiado brusco al presentar a los lectores a un dramaturgo tan esencial. Quizá debería intentarlo de nuevo, pero de una forma más tradicional en su exposición, más sosegada…
Ramón Escrivá Anglada nació en Valencia, el 29 de noviembre de 1955 a las 17:34 horas. Según el informe del parto, los profesionales que atendieron a su madre fueron:
-Comadrona: María Prudencia Benítez.
-Obstetra: Adolfo Martí Arellano.
-Anestesista: Carlos Aparicio Berrocal.
-Auxiliares de enfermería: María de las Mercedes Pérez Cabrera, Josefa Contreras Gálvez y Teresa Céspedes Larrañaga.
A la edad de siete años, Ramón se cayó de un columpio fracturándose el tobillo derecho del pie izquierdo (sic) y fue ingresado durante cuatro días en el Hospital Comarcal de los Pobles de l’Horta Oest. Allí fue tratado por los doctores Sento Bayarri Fabregat y Marta Iglesias Cerdá, siendo el escayolista, José Ibáñez Gilabert y el Auxiliar de Transporte Sanitario, Bernardo Cuñat Linares.
Pero creo que me estoy extendiendo demasiado. Supongo que si no reduzco esta pequeña biografía puedo llegar a causar serios deterioros en la confianza de los pretendidos lectores, por lo que trataré de ser más directo y menos renqueante en la forma de relatar los acontecimientos.
Ramón Escrivá Anglada estudió en los Escolapios de la capital y pronto llegó a ser conocido dentro y fuera de los estamentos escolares por sus caídas, lesiones y sus innumerables visitas a las clínicas y hospitales. Se cree que desde el 16 de mayo de 1963 hasta el 19 de julio de 1973, Ramón fue ingresado en 238 ocasiones, aunque según su abuela Genoveva Medina Anglada «la matusalena», fueron 237 las veces que tuvo que ser remendado, curado, recompuesto o intervenido. Solo en el mes de enero de 1960 fue ingresado en 36 ocasiones, por lo que ese año recibió el título de «Paciente del año» otorgado por concejal de Sanidad que en aquella época era Sergio Prats Quesada, el mismo que unos años más tarde sería mundialmente conocido por admitir que mantuvo relaciones sexuales con una mujer incompleta.
¡No! Estoy cayendo en los cotilleos y murmuraciones que poco o nada ayudan a que una semblanza avance. Tengo que ser más persuasivo y menos comercial. Poco me importa que los lectores se cuenten por cientos o miles. O por cientos de miles o millones. O por cientos de millones. O trillones. He de bajarme de ese falso cielo que me he fabricado o la caída será tremebunda…
Ramón Escrivá Anglada se licenció en ciencias de la actividad física y el deporte el 22 de agosto de 1976 y rápidamente fue ingresado aquejado de Fiebre tifoidea. Mientras se debatía entre la vida y la muerte tuvo un ramalazo de conciencia y decidió vivir, hecho que, según el doctor Gregorio Calvo Cifuentes, ocasionó tal enfado descomunal en La Muerte que tuvo que ser entubada y sedada para permitir el paso de oxígeno entre la capucha de la cogulla y el cráneo. Cuando Ramón abandonó el hospital tomó un par de decisiones trascendentes, pero lamentablemente ninguna de ellas ha llegado a conocerse.
Por alguna extraña razón no puedo llegar a concentrarme. Está claro que redactar biografías no es lo mío. Hubiera preferido que me contrataran para razonar sobre los tripodios dactílicos catalécticos y sus dudas razonables cuando no son acompañados por uno o varios tripodios yámbicos. Pero la pasta es la pasta. Así que no me queda otro remedio que continuar…
Ramón Escrivá Anglada se casó con Dorotea Alcarria Sánchez el 20 de noviembre de 1978, justo un mes después de sufrir un ataque de pánico al ver a su endocrinólogo copular con su uróloga mientras su psiquiatra aplaudía y solicitaba un bis. Más tarde se supo que la fornicación solo tuvo lugar en su cerebro y que esos reputados especialistas jamás se aparearían de esa forma tan sicalíptica y libidinosa sin antes haber pasado por caja.
Creo que estoy dejándome en ridículo. Trato de escribir sobre ese fulano pero mi espíritu está a miles de kilómetros de tantos y tantos galenos, enfermedades y cifras desbocadas. Yo soy alguien muy adorado en la profesión. Y según mi esposa, un hombre excepcionalmente sexy y dinámico hasta un punto difícil de creer. ¡Y me estoy vendiendo! Me vendo por cincuenta céntimos el vocablo. ¿Soy una buscona? Claro que lo soy. Y de las más viciosas y pervertidas. No voy a continuar con este despropósito. No voy a terminar esa maldita biografía. Que se joda ese lunático de Ramón Escrivá Anglada y que se joda su abuela Genoveva Medina Anglada «la matusalena». Mi dignidad está por encima de cualquier precio. Y si alguien pone en duda mis palabras que le pregunte a mi madre, Susana Plana Millán o a mi padre Roberto Manrique Tovar.