Email del 25 de mayo 2022

 

Théophile Alexandre Steinlen. Last argument

Amiguita:

Mientras me enseñaba una máquina descomunal y de aspecto futurista, su creador, orgulloso y con aspecto de bizcocho casero me susurró al oído:

-Un contrapeso manejado con el pie desliza una pesa de 2 kg que golpea al político -cuya corrupción está totalmente demostrada- en el cráneo, mientras tres tijeras automatizadas cortan su traje de diseño en varios pedazos de aproximadamente 40 x 50 cm, que en menos de 15 segundos son empaquetados de tres en tres unidades y que se venderán como gamuza antipolvo de altísima calidad. Con los restos desechados se fabrican los flecos absorbentes que más tarde se convertirán en unos bonitos y elegantes mochos. Para fabricar el mecanismo escurridor utilizamos una mezcla controlada de los huesos y músculos del corrupto.
-¡Es sensacional- me atreví a responder anonadado ante la presencia de ambos, máquina e inventor.
-Y eso no es todo -continuó señalando un aparato rectangular que parecía una caja de zapatos venusiana-, con esta otra máquina somos capaces de preparar la sangre de esos chorizos y convertirla en cosméticos, lubricantes sexuales y grasas antioxidantes.
-¿Y esa máquina tan enorme de allí, para qué sirve?- pregunté mientras con una mano señalaba hacia una esquina y con la otra me rascaba la espalda.
-Eso es un polipasto enorme con el que movemos los restos de sus cadáveres y los distribuimos por las diferentes secciones. Ahora nos encontramos en la sección SD o sección desmembradora. Allí está la ST o sección trituradora que, como su nombre indica, tritura los restos que no se pueden aprovechar y los convierte en arenilla.
-¿Arenilla?- Volví a preguntar.
-Sí, esa arenilla la vendemos en sacos de 100 kg a jardineros y paisajistas, que las utilizan para decorar los suelos terrosos o para otras aplicaciones. ¡No puedes imaginar la de usos que tiene! Mi cuñado la mezcla con el cemento y la novia de mi hijo el mayor, que es artista, la pega con cola y la pinta de diferentes colores. Ya te digo, el límite está en la imaginación. La política de la empresa es aprovechar hasta lo inaprovechable.

Obviamente, todo este diálogo pertenece a un sueño que tuve hace algunos días. Te lo he narrado porque sé que te gusta interpretar los sueños, sobre todo los míos. Me hubiera gustado ver cómo acababa este, pero la carcajada fantasmagórica de un idiota en la calle, seguramente borracho, me despertó. Estarás de acuerdo conmigo en que, a pesar de su bestialidad gore, tiene un «nosequé» que «queseyó» que engancha. Por lo menos a mí.

Uno o dos saludos…