Email del 11 de enero 2012
![]() |
| Hieronymus Bosch, «El mago» (1500) |
Hola:
Ayer me echaron las cartas. Según la estafadora, adivina o vidente, como quieras llamarla, mi futuro es francamente espléndido, aunque me romperé la tibia y el peroné por dos sitios dentro de sesenta y cinco meses al intentar bailar breakdance para impresionar al personal en un simposio sobre holismo y metaheurística. No creas que me he vuelto loco y he pagado para que me cuenten lo que quiero escuchar, aun no he llegado a ese batiburrillo psicológico; la bruja era la hija de la prima hermana de una amiga de una amiga y surgió mientras ellas se tomaban unas birras y yo un agua mineral Fontvella. No puedes llegar a imaginarte lo mucho que me costó inventar una mentira amable para poder escapar de esa especie de batahola y poder largarme a mi casita, donde casi siempre se respira tranquilidad, quietud y serenidad, sobre todo si enciendo tres o cuatro barritas de incienso con aroma a berro y al mismo tiempo escucho a Ravi Shankar. Como fui el primer incauto del grupo en ser adivinado -por llamarlo de alguna manera-, no puedo contarte qué clase de porvenir vio esa tipa con cara de perro bóxer en las demás incautas, pero conociendo a esta clase de estafadores me imagino que tres cositas: amor del bueno, dinero en abundancia y salud a prueba de bombas. Estoy casi seguro de ello pues varias horas más tarde pude ver de lejos a una de ellas y en lugar de caminar para desplazarse, flotaba….
Aunque tú me conoces y sabes que odio las mentiras y los camelos, creo que no disparato en absoluto si te digo que, como mi situación financiera siga igual de deprimente, en un par de años pienso disfrazarme de brujito nigromante y ponerme a berrear con voz modulada majaderías increibles a los inocentes que se dejen y paguen, como forma licita de aumentar mi patrimonio, en estos momentos inquietantemente menguado. ¡De alguna forma hay que ganarse la vida! ¡Ya soy demasiado mayor para ponerme a lamer con desgana penes ajenos en los lavabos de una estación cualquiera! Y al paso que los políticos nos empobrecen, cualquier día puede ser el definitivo; además siempre es bueno aprender una profesión, aunque sea de riesgo.
Antes de acabar este conciso y turbador email, me gustaría pedirte perdón, sobre todo por lo callado que estoy últimamente y por la poca cantidad de párrafos jugosos que te envío, pero ando bastante liado dándole vueltas a varios asuntos al mismo tiempo y cuando quiero ponerme delante del ordenador ya es hora de apagarlo. No obstante, te aseguro que me encuentro en perfecto estado anímico y que mi salud es semejante a la de un chaval de catorce años (sin acné). Me imagino que tu seguirás transmutándote en Eric Satie y componiendo piezas adelantadas a nuestra época, así que sólo me resta escribirte el (ya) clásico consejo semanal: antes de introducir el edredón noruego en su sábana o funda, prepárate practicando la meditación trascendental por lo menos una hora.
Besos.
Email del 11 de enero 2012 Leer más »




